Sep 17, 2019

EL ALIMENTO PARA EL PENSAMIENTO



Se calcula que empleamos alrededor de 700 horas por año para comer y beber. Resulta evidente que el alimento es importante para sostener el cuerpo, pero también es emocional y socialmente relevante para nosotros. Comemos para satisfacer todo tipo de deseos, no sólo para detener el hambre. 

Para la mayoría de nosotros, comer está asociado al placer. Si tenemos un problema con la comida, lo más probable es que también tengamos un problema con la vida en su totalidad, pues la comida es un símbolo de la existencia material y corporal.

De hecho, podemos ver la vida sólo en términos del consumo de comida. “Comemos” el mundo, y somos “comidos” por él. Esta es la esencia de la enseñanza ecológica sobre la “cadena alimenticia “, una idea que no es en absoluto moderna, sino que fue articulada hace varios años por los sabios de la India. Por eso, el Taittiriya-Upanishad afirma:

Del alimento nacen todas criaturas vivientes sobre la tierra. Tan sólo por el alimento viven, y alimento pasarán a ser al final.

La comida debe de llenarnos de gratitud y también de deleite, pues los adeptos no rechazan el placer, a menos que sigan un camino ascético particularmente riguroso. Los seguidores de las escuelas más integrales de Yôga, es especial la tradición del Tantra (como lo es SwáSthya Guatemala), no se avergüenza del placer, pero lo ven como una manifestación inferior de la dicha innata (ananda) de nuestra verdadera naturaleza, el Espíritu o Ser. Consideran que no hay nada errado respecto al placer en sí mismo, sino sólo con nuestro apego al mismo. De hecho, se esfuerzan por expandir el placer hasta volverlo dicha, y para que esto sea posible se debe soltar el ego, el cual de manera habitual busca evadir el dolor y aferrarse al placer. 

Nuestros  hábitos alimenticios nos dan forma de maneras que pocos de nosotros sospechamos. El alimento que comemos es vital para nuestra salud física y mental. La medicina complementaria está redescubriendo la íntima conexión entre el cuerpo y la mente, y comienza a ver la dieta como un factor crítico para la conservación y la restauración de la salud. Hace mucho los adeptos del Yôga enunciaron ciertas normas prácticas acerca del alimento y su consumo. En pocas palabras, debemos alimentarnos de comida integral, es decir, aquella que nutre tanto al cuerpo como a la mente,y debemos consumirla como si meditáramos. Sólo así podemos extraer la esencia más sutil de la comida. El aspecto material de la comida nos nutre en el nivel físico mientras que su sutil aspecto energético fortalece nuestra vida interna por medio de calmar y elevar la mente.

“Las Gemas del Yôga” Editado por Georg Feuerstain p. 82 


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