
Cortesía de Flirkr - Foto de Jorge Schickendanz
El concepto hindú al respecto de karma es bien diferente del concepto occidental, divulgado por los grupos espiritistas y espiritualistas. Con la influencia judeocristiana, rica en nociones de culpa y pecado, el karma para los occidentales tiene la configuración de algo forzosamente malo, que se debe pagar con sufrimiento.
Para el hinduismo, karma es sólo una ley de causa y efecto, del género “escupió para arriba, va a recibir una escupida en el rostro”. La pura ley del karma es simplemente mecánica y no espiritual. Ni siquiera moral. No depende de fundamentación reencarnacionista o incluso teísta. Se refiere a un mecanismo de la propia naturaleza. Una especie de energía potencial muy distante del fatalismo que le atribuimos.
Para ejemplificar la flexibilidad de ese concepto en la India, podemos citar una parábola que compara el karma con un arquero con sus flechas. El karma tendría tres etapas: la primera, equiparable al momento en que el arquero tiene su arco en reposo y las flechas descansan en el carcaj; la segunda, en que coloca una flecha en el arco, tensa y apunta a un objetivo; y la tercera, en la cual suelta la flecha.
De acuerdo con esa comparación, tanto en la primera etapa como en la segunda, el arquero tiene control absoluto sobre el karma, pudiendo, inclusive, en el último instante, dirigir su flecha hacia otro objetivo, tensar más o menos el arco para imprimir mayor o menor potencia a la flecha, o incluso desistir de tirar. Eso corresponde a un dominio de dos tercios del karma, lo que es bastante razonable comparado con nuestro concepto de destino inflexible y sobre el cual no podemos actuar.
Yôga Avanzado, DeRose
Para más información lea el capítulo
"Karma" pag. 527 del mismo autor
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