Nov 15, 2009

El Sonido del Universo



Desde la antigüedad el hombre ha imitado la naturaleza con el fin de producir fenómenos análogos a los que observaba. Al codificar en forma primitiva estos actos para generar efectos en su entorno, el ser humano introduce en su cultura la magia simpática. Según la Enciclopedia Encarta, “la llamada magia simpática se basa en el simbolismo y la realización de los deseos. Para lograr el efecto deseado se recurre a la imitación o el uso de ciertos objetos asociados.”

Los gestos que se utilizaban para este tipo de magia eran corporales, sonoros, iconográficos…, diversas formas artísticas surgieron de estas acciones que inicialmente tenían objetivos bien definidos y vitales para la supervivencia de determinada comunidad. La producción de lluvia, por ejemplo, es una de las metas que desde tiempos inmemoriales han obsesionado al ser humano. En las civilizaciones prehelénicas, en Creta y Micenas, era una práctica habitual de los sacerdotes el arrastrar guijarros y utensilios metálicos con coches tirados por caballos para imitar el sonido del trueno y así generar la respuesta meteorológica esperada, dado que la vibración del trueno precede a la lluvia.

Tal vez un origen similar haya tenido el mantra ÔM, que se define como el sonido del universo. El sonido del ÔM es lo que más se asemeja a ese silencio poblado de la naturaleza, el colchón omnipresente de vibración indiferenciada que queda cuando todos los demás sonidos se han ausentado. En ese caso, ¿qué habrá buscado el hombre al imitar ese sonido? Probablemente, una forma de integrarse a ese mundo que comenzaba a percibir como el afuera, una manera de unir su microcosmos con el macrocosmos circundante.

Una de las formas más poderosas de vocalizar el mantra ÔM se obtiene al prolongar todo lo posible la exhalación mientras se pronuncia ese sonido. Por eso se llama ÔM continuo. Tiene la particularidad de vocalizarse siempre en grupo, por lo cual constituye un factor de refuerzo gregario. Lo que se busca es la fusión de todos los sonidos individuales en uno conjunto, creando un manto que oscila gradualmente en intensidad, en el que todos los integrantes se afanan por mantener vivo el sonido, como si se tratara de alimentar un fuego para que no mengüe.

Ya que la intención es lograr la máxima homogeneidad del sonido grupal, sin que nadie sobresalga, la vocalización del ÔM continuo promueve la reeducación del ego, que en el contexto del Método DeRose es considerado como una herramienta fundamental para el desarrollo del ser humano. Como señala DeRose en su libro Encuentro con el Maestro, “tener ego no es el problema. Tener un ego maleducado, salvaje, incivilizado, que genera ocasiones de conflicto con las otras personas, ese es el gran inconveniente”.

por Yael Barcesat, Calidad de vida. Tuverde.com 30.09.2009

No comments:

Post a Comment